Marina era una excelente pintora a la que, además, le encantaba esquiar. Un día, realizando un peligroso descenso, divisó una figura extraña que consideró idónea para su próximo cuadro. No se resistió a quedarse con la duda y decidió investigar.
Ana era la mejor flautista de Avilés. Cada vez que pulsaba una de las llaves, sonaba una bella melodía. Siempre sucedía así. Siempre, excepto un extraño día.
Hugo era uno de los baterías más preciados del colegio. Siempre que podía aprovechaba para practicar, pues quería ser el mejor y tocar genial. Claro que todo debía ser a su tiempo, pues lo más importante era estudiar.
Antón había tenido una semana para olvidar. Sabía que lo había hecho mal, pero le costaba mucho reconocer sus errores. Inicialmente le habían privado de visitar el Acuario y, aunque ya sabía que podría unirse a sus compañeros, también tenía claro que la sanción no se había esfumado. Por eso le preocupaba el final de la historia.
Pelayo era un magnífico nadador, tan rápido y ágil como cualquier delfín. Le gustaba bucear en el mar y nadar junto a los peces. Un día se aproximó buceando a un coral y descubrió algo que le dejó perplejo.
Iría se había comprado unos patines nuevos. Aunque eran mejores que los anteriores, le costaba mucho habituarse a ellos. Faltaban apenas quince días para el campeonato y a Iria le preocupaba mucho esta situación.
Sofía era una auténtica especialista calculando cómo obtener un cinco en un examen. Claro, que hasta los especialistas se confunden y Sofía se había equivocado en las tres últimas ocasiones. Ahora se encontraba en una situación muy complicada y debía tomar decisiones.
Lucía
era la recepcionista más apreciada de la costa mediterránea. Su magnífica labor
al frente del hotel "Paraíso" le había permitido elegir trabajo y
horario. Pero un día todo se complicó cuando apareció en la recepción de su nuevo
hotel un siniestro personaje.
El rey Bárbaro sorprendió a Manuel en la escalera de su palacio y le retó a un duelo con espada. La reina Arquera se divertía con la situación, pero Manuel estaba muy preocupado. Tenía que batirse en duelo y nunca había empuñado una espada.
Marta y su amiga Nerea estaban calentando para jugar un partido cuando observaron algo muy raro: los balones tenían una especie de botón con una luz roja. Cuando su amiga Nerea fue a tirar un penalti, el balón se paró en seco. ¿Qué había pasado?